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miércoles, 20 de noviembre de 2013

El ejemplo nipón de cómo progresar

No estoy de acuerdo con la frase de que la información es poder. Esta es una frase incompleta. La información es poder siempre y cuando nos pongamos en acción con ella. Si no la utilizamos proactivamente ¿de que nos sirve?

Y si no sabemos por donde empezar con la información que posemos, observemos y estudiemos a aquellos que han recorrido el camino que nosotros queremos recorrer. Este principio de éxito lo han tenido siempre muy claro nuestros amigos los japoneses. En Japón siempre han tenido la sensación de que lo inventado, como mínimo es digno de ser una referencia.
Y es por ello que siempre han analizado concienzudamente los proyectos realizados en los demás países. El fin es el de aprender de aquellos que tienen una experiencia. Por eso  inventaron y aplicaron una filosofía a la hora de emprender nuevos proyectos que seguían cuatro pasos básicos y que con el tiempo se convirtió en su verdadero “atajo” para progresar.
Estos pasos que seguían los japoneses son los principios básicos para un acierto seguro, y son los siguientes:
Paso 1.- Identificar quien es el mejor en aquello que se quiere hacer.
Paso 2.-Estudiar al mejor en aquello que queramos hacer.
Paso 3.- Imitar al mejor que hace lo que queremos hacer
Paso 4.- Superar al mejor
Y esto fue lo que hicieron los japoneses con casi todos los nuevos proyectos que querían emprender. Ellos primero identificaban al mejor, lo estudiaban, lo imitaban y finalmente innovaban y modernizaban sus prestaciones.
Veamos algún ejemplo de lo que hicieron hace algunos años:
Por ejemplo, directivos de la marca de automóviles Mitsubishi viajaron a Italia a finales de los años 80, y compraron 3 unidades de un modelo determinado de la marca de automóviles Ferrari, porque era el automóvil de referencia identificado como el mejor de la gama de vehículos deportivos que querían comenzar a fabricar en sus instalaciones japonesas. Lo identificaron.
Compraron y se llevaron los 3 Ferrari a Japón y los desmontaron, estudiando sus piezas y su composición, y verificaron como funcionaba cada una de ellas, para después aprender como se relacionaban entre sí. Lo estudiaron. Una vez realizadas estas operaciones y cuando pasaron unos años, diseñaron y crearon el nuevo automóvil Mitsubishi 3.000GT, cuyas prestaciones eran idénticas a las que tenía el Ferrari en cuanto a potencia, cilindrada, suspensión, sistema de frenado, seguridad, etc. Es decir, lo imitaron.
Lo único que faltaba para completar el ciclo era  aportar en el producto un valor añadido que superara al Ferrari. Solo les faltaba el aplicar el cuarto punto: Superarlo.
Y lo consiguieron mejorando muchísimo el precio del automóvil. Mientras el Ferrari tenía un coste de 120.000 €, el nuevo Mitsubishi 3.000 GT costaba unos 50.000 €. Lo superaron. También hicieron lo mismo con las televisiones, las máquinas fotográficas, los electrodomésticos y todos los componentes electrónicos en general. Ellos no inventaban nada, solo detectaban a los mejores, las estudiaban, los imitaban y los superaban, sin más.

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