No estoy de acuerdo con la frase
de que la información es poder. Esta es una frase incompleta. La información es
poder siempre y cuando nos pongamos en acción con ella. Si no la utilizamos
proactivamente ¿de que nos sirve?
Y si no
sabemos por donde empezar con la información que posemos, observemos y estudiemos
a aquellos que han recorrido el camino que nosotros queremos recorrer. Este
principio de éxito lo han tenido siempre muy claro nuestros amigos los
japoneses. En Japón siempre han tenido la sensación de que lo inventado, como
mínimo es digno de ser una referencia.
Y es por
ello que siempre han analizado concienzudamente los proyectos realizados en los
demás países. El fin es el de aprender de aquellos que tienen una experiencia. Por
eso inventaron y aplicaron una filosofía
a la hora de emprender nuevos proyectos que seguían cuatro pasos básicos y que
con el tiempo se convirtió en su verdadero “atajo” para progresar.
Estos pasos
que seguían los japoneses son los principios básicos para un acierto seguro, y
son los siguientes:
Paso
1.- Identificar quien es el mejor en aquello que se quiere hacer.
Paso 2.-Estudiar
al mejor en aquello que queramos hacer.
Paso 3.-
Imitar al mejor que hace lo que queremos hacer
Paso 4.-
Superar al mejor
Y esto fue
lo que hicieron los japoneses con casi todos los nuevos proyectos que querían
emprender. Ellos primero identificaban al mejor, lo estudiaban, lo imitaban y
finalmente innovaban y modernizaban sus prestaciones.
Veamos
algún ejemplo de lo que hicieron hace algunos años:
Por ejemplo,
directivos de la marca de automóviles Mitsubishi viajaron a Italia a finales de
los años 80, y compraron 3 unidades de un modelo determinado de la marca de
automóviles Ferrari, porque era el automóvil de referencia identificado como el
mejor de la gama de vehículos deportivos que querían comenzar a fabricar en sus
instalaciones japonesas. Lo identificaron.
Compraron y
se llevaron los 3 Ferrari a Japón y los desmontaron, estudiando sus piezas y su
composición, y verificaron como funcionaba cada una de ellas, para después
aprender como se relacionaban entre sí. Lo estudiaron. Una vez realizadas estas
operaciones y cuando pasaron unos años, diseñaron y crearon el nuevo automóvil
Mitsubishi 3.000GT, cuyas prestaciones eran idénticas a las que tenía el
Ferrari en cuanto a potencia, cilindrada, suspensión, sistema de frenado,
seguridad, etc. Es decir, lo imitaron.
Lo único
que faltaba para completar el ciclo era aportar
en el producto un valor añadido que superara al Ferrari. Solo les faltaba el
aplicar el cuarto punto: Superarlo.
Y lo
consiguieron mejorando muchísimo el precio del automóvil. Mientras el Ferrari
tenía un coste de 120.000 €, el nuevo Mitsubishi 3.000 GT costaba unos 50.000 €.
Lo superaron. También hicieron lo mismo con las televisiones, las máquinas
fotográficas, los electrodomésticos y todos los componentes electrónicos en
general. Ellos no inventaban nada, solo detectaban a los mejores, las estudiaban,
los imitaban y los superaban, sin más.
Fuente: Libro Encuentra UN BUEN MOTIVO
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